Cádiz infinita
Es una ciudad que echas de menos cuando no estás. Sobre todo por el mar que la inunda de luz, el sol que reconforta el ánimo, la amplitud de sus horizontes, su atmósfera limpia, su color, su arte...
Dejé Cádiz a los 18 años, recién terminado el bachillerato.. No nací aquí, pero la ciudad me acogió a los cuatro años de edad.
Cádiz se divide en dos: casco antiguo y Puerta Tierra. La división es tan acentuada que al centro se le llama Cádiz, como si el resto de la ciudad fuera otra cosa. Algo que no terminaba de entender. Pero es verdad que no es lo mismo vivir -o ser- de un sitio que de otro. El Cádiz auténtico es el casco antiguo, antiguo Barrio La Viña y Santa María. El Campo del Sur con sus casas de colores. San Agustín y la Catedral. La calle Ancha, San Antonio y el Mentidero. La plaza Mina.
Es inevitable hablar del Carnaval, verdadera seña de identidad de los gaditanos, que es cuando los llamados 'beduinos' 'viajan' al casco antiguo, se adentran en el Cádiz verdadero, por decirlo así, se pierden entre sus estrechas callejuelas a ritmo de chirigotas, comparsas y coros. Pero del Carnaval puedo decir poco, porque tampoco llegué nunca a entenderlo muy bien ("lo siento, picha, no to er mundo puede ser de Cai", como reza el logrado eslógan en unas camisetas). Los disfraces de la infancia: Dartacán, pirata pata palo, incluso pasta de dientes profidén, producto del ingenio de mi madre, que se las apañó con una funda de almohada y una cartulina. Hubo un tiempo, el de la adolescencia, en que por pura diversión disfrutábamos de las agrupaciones carnavalescas y del ambiente festivo, más bien.
Extramuros es otra cosa. Como la playa de La Caleta, con sus barquitas, sus rocas, sus castillos y su balneario, no tiene nada que ver con la de la Victoria, una línea recta de mar y arena. Soplan Cádiz dos vientos característicos: el Poniente y el Levante. El primero, suave y agradable; el segundo fuerte y caluroso. Parece casi comprobado que este último provoca trastornos psíquicos.
Hay que reconocer el encanto del casco antiguo, mientras que Puerta Tierra -que no son las murallas, aunque así es como se llaman, sino de ahí hacia fuera- se podría decir que es como cualquier otra ciudad, eso sí, con el privilegio de vivir a orillas del Atlántico. Por su tamaño, es una ciudad cercana, muy manejable en cuanto a las distancias, el mar es su límite.
Cádiz presume de ser una ciudad alegre, una ciudad abierta por su pasado comerciante y portuario, pero pienso que presume demasiado, aquí lo que hay es mucho 'cachondeo'. Demasiado egocentrismo más bien. El 'gadita' es muy engreído, se mira mucho el ombligo, todo hay que decirlo, como si no existiera más mundo alrededor.
La mejor forma de conocer Cádiz, para mí, ha sido mostrársela a mis amigos de fuera. Aun así debo decir que es una ciudad que nunca se conoce del todo. Siempre está por descubrir.
Jose León
Cádiz
Si tuviera que ponerle título a la propuesta de hoy del taller literario, la llamaría "redescubriendo Cádiz".
Soy gaditano, pero no muy 'gadita'. Ahora, quizá un poco más que antes, pero sigo sin ser capaz del todo de sentirme una de las personas más afortunadas por estar viviendo aquí a diario. Supongo que es por las circunstancias, por todo lo negativo que suelo asociar a este rincón-paraíso.
La Tacita de Plata, lugar añorado para quienes, la mayoría de veces por trabajo, han tenido que emigrar fuera de sus fronteras. Ciudad-cárcel para mí, sinónimo de fracaso, de proyecttos inconclusos. Cádiz, ciudad refugio, hogar familiar, agujero sin posibilidades de trabajo.
Últimamente, en cambio, gracias a unos amigos y a una aplicación que han sacado para dispositivos móviles que permite hacer rutas temáticas y culturales por la ciudad; he empezado a verla de otra manera. He descubierto en Cádiz un potencial que desconocía, unas iniciativas muy interesantes de las que me gustaría ser partícipe.
Podría ser la ciudad perfecta para vivir si ello no implicara tener que volver a convivir con mi madre y con mi hermano. Y no es por ellos, pobres, que no tengo quejas, es por la inevitable sensación de haber sido incapaz de valerme por mí mismo fuera de aquí.
Aunque no soy de 'Cadi-Cadi', soy de Puerta Tierra. Creo que nunca me he dado un baño en La Caleta y contadas ocasiones he comido pescaíto frito en el Tío de la Tiza. Y nunca he tenido la filosofía de vida que se suele presuponer al gaditano por el simple hecho de serlo.
Vivir tan rodeado de mar, a veces más que sensación de libertad, me transmite cierto aislamiento y agobio. Siempre voy con el tiempo justo a todos lados y sentarme tranquilamente en un banco de la bahía a tomar el fresco me parece, sencillamente, una pérdida de tiempo.
Cádiz es amigos de toda la vida, familia, casa de mi madre, infnacia, huída y regreso con el rabo entre las piernas.
Me gustaría que alguno de los planes que tengo saliera adelante porque, por ahora, quiero seguir aquí. He conseguido acostumbrarme a vivir en Cádiz de nuevo, intentando sacarle las no pocas cosas positivas que tiene.
Si tuviera que volver a hacer la maleta para irme otra vez con una mano delante y otra detrás, esta vez, creo, me lo pensaría un poco más.
Antes de volver a irme de Cádiz me gustaría, al menos, haberme dado tiempo suficiente para comprobar si alguno de mis proyectos personales y laborales tienen cabida aquí. Si no es así, volveré a irme caso sin dudarlo. Sigo siendo culo de mal asiento y, como dice una amiga mía, "persona eternamente frustrada" que siempre pensará que hay algo mejor de lo que tiene.
J@vi
Cádiz es una ciudad especial. En ella se dan cita gentes tranquilas, como tranquila es la ciudad. Se divide en dos partes principales: centro y extramuros. El centro está compuesto por calles principales y sinuosas callejuelas cargadas de historia. Se encuentran en él museos, edificios antiguos, comercios, etcétera.El centro o casco antiguo estaba antiguamente rodeado por una muralla, de la que ya queda poco.
Extramuros es la parte nueva, con edificios más actuales.
Si vives en el casco antiguo puedes disfrutar de la playa de La Caleta tomando un baño, de la calle La Palma en el barrio de La Viña, tomando una caballa con piriñaca, o por las múltiples callejuelas de las que está compuesto. Desde la Torre Tavira se puede observar, desde una cámara oscura, todo el casco antiguo. En Cádiz destacan, sobre los demás, el edificio de la Catedral, la plaza Mina, la de San Antonio, el mercado central, la calle Ancha, el barrio de La Viña. En Carnavales las agrupaciones suelen recorrer todas estas calles, por lo que es una buena ocasión para conocer la ciudad. También en Semana Santa, la otra fiesta más sentida de la ciudad, es una buena ocasión para callejear por el centro.
Si vives en Extramuros puedes ir a las playas de la Victoria y la de Santa María. Las calles son más espaciadas.
Jose Lorente
Cádiz es la ciudad donde nací y donde me crié. He pasado los mejores años de mi vida entre sus calles. Nací, con cinco kilos de peso, en el hospital de Mora, que hoy día es la facultad de ciencias empresariales, al lado del árbol más grande que yo haya visto, un ficus centenario, que se divisa desde altamar en el perfil de la ciudad.
Mis primeros cuatro años los pasé en un octavo piso de la calle Fernández Ballesteros, cerca de residencia, que es como se conoce al hospital actual de la ciudad. De esta etapa guardo recuerdos de mies primeros miedos y correrías por la guardería que actualmente es un bloque de pisos. Mi casa se encontraba en la parte moderna de la ciudad, lo que se conoce como Extramuros o Puertas de Tierra, que es la parte que se encuentra fuera de las murallas de la ciudad. Lo que está dentro se conoce como el centro, el casco aniguo, o directamente Cádiz, y allí es donde está la casa de mis abuelos. Una finca antigua de escalones altos y patio central de vecinos.
A los cuatro años, como venía diciendo, nos mudamos de casa, también cerca de la avenida principal, pero algo más próxima a las murallas. Un décimo piso desde donde se ve la playa y el mar, la bahía el el puente nuevo en construcción, las Puertas de Tierra y el edificio Vistahermosa, uno de los más altos de la ciudad.
Unos años más tarde mi padre se compró un barco, una pequeña lancha motora, el 'Necorita'. Desde su bañera he visto Cádiz desde todos los ángulos: el puerto de Puntales y la Zona Franca desde el otro lado del puente, el paseo de la bahía y los diques de astilleros, el muelle y la punta de San Felipe, la alameda y la iglesia del Carmen, el parador y la playa de la Caleta, el castillo de San Sebastián y el Campo del Sur y todo el paseo marítimo hasta el castillo de Cortadura.
Jose Barra
Mi relación con Cádiz
Llegué a Cádiz con 17 años, concretamente de Móstoles... así que de la noche a la mañana pasé de vivir en un barrio obrero de Madrid a la zona pija de Cádiz.
Mi primera impresión me decepcionó un poco y no porque me fuera mal ese año... al revés. Saqué la selectividad, el primer curso de ballet clásico, hice muchísimos amigos y disfruté de todas las ferias de los alrededores... Es sólo que lo había idealizado tanto en mi cabeza que al final no se correspondieron mis ideales con la realidad. En cualquier caso, ahora que he tenido la oportunidad de volver aquí hace ahora seis años y que he tenido tiempo de conocerlo, pienso que no me dí tiempo y que si me hubiera quedado más tiempo, no me hubiera marchado de nuevo a Madrid.
La primera vez que vine me pareció una ciudad muy tradicional y me pareció que era cerrada. Me llamaba la atención que a una compañera de colegio su novio no la dejara salir de casa cuando él se iba de fin de semana. Posiblemente fue el colegio Argantonio, donde estudié, donde miraban mucho qué era tu padre, en qué trabajabas, dónde vivías...
La segunda vez que vine, en el 2007, me pareció todo lo contrario, una ciudad abierta y llena de vida. Mi primer contacto fue con el mundillo del teatro... y a través de él fue como llegué a conocer esta ciudad: sus teatros, sus calles, sus colegios, sus geriátricos, su gente.
Leticia Payno
Creo que no concreté bien el ejercicio. A través de nuestra relación personal con Cádiz, se trataba de mostrar la ciudad, de una forma subjetiva y personal, eso sí, pero siendo Cádiz la protagonista, no nosotros. Mea culpa. A excepción de Jose Lorente, que se limita a una exigua descripción física de la ciudad, sin ninguna implicación personal o emocional -¡vamos Jose, hay que esforzarse un poco más! Ya has demostrado de lo que eres capaz-, a todos os ha pasado (de mi texto debéis opinar vosotros)-. J@vi, estaría bien que adornaras el texto con detalles para ambientar tu historia personal, tú que conoces tan bien la ciudad. Jose Barra, esta vez me has decepcionado. Eres capaz de mucho más y tú también lo has demostrado. Te limitas a contar tu vida, te quedas en la infancia, con detalles insignificantes. La segunda parte está un poco mejor, pero no llega siquiera a ser descriptivo, se queda en una enumeración que aporta poco a quien no conozca la ciudad. Le falta poesía y literatura, la que tú sabes ponerle. Leti, lo dicho, te limitas a tu relación con la ciudad (mea culpa), pero incluso así es muy pobre. Seguro que hay muchos más sentimientos y emociones que has vivido en nuestro Cádiz de nuestra alma.
ResponderEliminarSe aceptan las críticas, por supuesto. Y sí, tienes razón, al menos en lo que comentas de mi escrito... Pero, como ya te he dicho (y no es tanto rebatir como hacer feedback), creo que las indicaciones que nos diste tampoco fueron muy claras, y daban cabida a todo tipo de escritos como los que efectivamente salieron: desde los más descriptivos a los más autobiográficos... Y un poquitín más de sangre, pichita, q eres el "dinamizador" del taller!! Te lo digo desde el cariño, ya lo sabes... Ah!! Y otra cosa, genial la iniciativa de la próxima sesión online, pero después del verano seguirá siendo presencial, no? Que creo que a todos los participantes nos viene bien... Y una propuesta: incluye alguna reseña del taller y del blog en el siguiente número de SEMOS, no?
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