jueves, 15 de agosto de 2013

Mi psiquiatra/psicólog@

Pilar es una persona cordial, aunque no siempre la he visto así. En un principio me pareció fría y distante. Era la época en la que todo lo relacionado con la psiquiatría me echaba para atrás. Yo proyectaba un distanciamiento en ella y la veía así distanciada. O quizás ella precibía mi estado de ánimo adverso y se limitaba a ser educada y formal. Más tarde yo me fui abriendo, fui contándole más cosas personales -mi búsqueda de trabajo, mis aficiones, mis relaciones familiares- y ella se mostró receptiva y amigable. Físicamente diría que es una mujer de unos 56 años. De baja estatura y complexión media. Tiene las arrugas propias de su edad. Pilar es una persona que si te la presentasen en una fiesta se te olvidaría rápidamente. Es tímida y algo retraída. Tiene una visión de la psiquiatría no cerrada. Cree en la transdisciplinariedad. Es crítica con el DSM, con la etiquetación según el cumplimiento de unos criterios.

Jose Lorente


No recuerdo la primera vez que entré en contacto con esta psiquiatra. La primera impresión que se me quedó grabada y que cambiaría el rumbo de mi vida dentro del mundo de la psiquiatría fue un día que fui a ver a Pilar con mi madre. Parece ser que había tenido un mal día y me empezó a meter caña: "¿Qué actividades haces?" "Teatro y piscina", le dije. "Eso es insuficiente, tienes que hacer más". Entre mi madre y ella empezaron a pensar en la mejor solución para que yo estuviera activa: centros de día, actividades en el centro de salud, enseñar español a inmigrantes... Yo estaba nerviosa viendo cómo otros decidían lo que iba a ser mi vida... Hasta que finalmente apareció la enfermera Flor diciendo que alguien se había puesto fatal fatal y que había que hacer algo. Yo no sé por qué me identifiqué con esa persona, me levanté y dije que me iba... pero antes me abracé a Flor y seguidamente a mi madre. Pilar me vio tan alterada que me dijo: "¿Tomas poca Zyprexa, no?". Todo acabó en que me subieron la medicación.Yo me quedé mal y pensando que de ahí me venía la ambulancia a buscar para llevarme a Puerto Real.
Pasaron dos meses y llamaron de Salud Mental diciendo que Pilar quería hablar conmigo. Le pasé el teléfono a mi madre y yo dije: "Ya está, me llevan al psquiátrico". Resulta que había llamado a la URA para que un psicólogo me tratara y a partir de ahí todo fue para arriba. Con Jesús todo fue para arriba. Cuando la fui a ver de nuevo estaba muy positiva y a partir de ahí la relación mejoró.
Pilar me parece una buena persona. Una persona sensible y con humanidad y que se preocupa realmente por los pacientes. Me parece una mujer abierta..., lo que es una psiquiatra de la nueva escuela. Es bajita, con gafas ye lleva el pelo 'a lo afro'. Es bastante moderna en el vestir.

Leticia Payno


El día que conocía a mi psicóloga fue por pura casualidad. Se llama Ana Isabel, aunque al igual que me pasa a mí, no le gusta su segundo nombre, así que nos quedaremos con Ana. Como venía diciendo, la conocí de casualidad un día en la unidad de agudos del hospital de Puerto Real. Ella venía a visitar a mi compañero de habitación y compartimos una tarde muy amigable. Lo que más me sorprendió de ella en esa primera toma de contacto fueron su cercanía y su candor., llenaban la habitación su risa y sus comentarios y acabó invitándome al teatro para cuando saliese del internamiento.
Ana es bajita, morena y tiene tipo. Lleva el pelo largo y sus ojos, mientras te habla, nunca paran de moverse. El día que fuimos al teatro estuvimos hablando un buen rato y le acabé pidiendo el teléfono para que fuese mi psicóloga.
Nuestras primeras sesiones fueron un poco coñazo, a decir verdad. Ella no paraba de hacerme una serie de test multirespuesta que según ella eran necesarios, pero que a mí me dejaban más mareado que un pato y con la sensación de ser un objeto de estudio más que una persona.
Las siguientes sesiones a partir de ahí han sido más variadas y distendidas, aunque quizás peque de ser demasiado teórica y de hablar contigo casi como si fueses un compañero de profesión. Lo que más me gusta de ella es que tiene mi misma edad, que es muy enrollada y que se salta un poco reglas preconcebidas. Por ejemplo, compartimos tiempo fuera de nuestras sesiones y eso no se hace extraño. Por otra parte, creo que quizás ésa sea su mayor pega y a lo mejor un psicólogo con más experiencia o edad podría darme una visión más completa de mis problemas.

Jose Barra


Dra. Lagartija

Dra. Tal. Manuela. Cuando llevas cinco años con tu psiquiatra y apenas la conoces, no es una buena señal. Acudir a ella es como pasar por ventanilla. Impersonal. Poco implicada. Poco o nada empática. No es fría, pero tampoco demasiado cercana. Se echa de menos esa identificación, esa conexión necesaria en una terapia. Cientificista. Biologicista. Como si llevara unas anteojeras, su vista, su opinión médica, su criterio, todo se reduce a las pastillas.
Dra. Tal. Manuela. Es un auténtico caos. Hace las cosas con nervios de lagartija. Su mesa es un revoltijo de papeles, pero siempre encuentra el que está buscando. No sabes si te escucha o está en otra cosa. No debemos de diferir mucho en la edad. Creo que está casada, pero tampoco sé a ciencia cierta si el anillo que lleva es de matrimonio. Nunca me ha dado ánimos, se limita a subirme la dosis. Ya sé de antemano lo que va a hacer según lo que yo le vaya a decir. Predecible.
Dra. Tal. Manuela. Puro nervio, como ya he dicho. Dispersa. En eso nos parecemos. No me da mucha opción a abrirme mucho más con ella. La consulta dura apenas diez minutos. Es una mujer muy normal físicamente. Ni guapa ni fea. Pelo rizado, más bien seria. Se diría que es una persona normal en todos los sentidos. En su estantería hay una placa de agradecimiento de alguna familia o paciente. Un honor desmedido, en mi opinión. He dicho que es predecible. Y también conservadora. No le gusta experimentar, entre comillas. Ni arriesgarse lo más mínimo. Se atiene a lo que dicen los manuales de psiquiatría.
Dra. Lagartija.

Jose León

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